4 ene 2010

Rumbo a la Democracia 2a parte

Por supuesto, dado que mi contribución (si es que realmente lo es) es totalmente desinteresada, doy permiso explícito al lector para utilizar cualquier parte de este libro de forma totalmente libre en cualquier lugar donde lo estime oportuno, si es que lo estima interesante, si es que considera que algunas de mis modestas contribuciones pueden servir para algo. El objetivo principal es como digo difundir ideas, es buscar entre todos soluciones a los problemas que vivimos. No tengo miedo a la crítica, ni a haberme equivocado (esto no quiere decir que no me haya “trabajado” mis opiniones, ni mucho menos, he procurado siempre estar seguro de lo que escribo antes de escribirlo). Prefiero la crítica a la indiferencia, si este libro sirve por lo menos para concienciar sobre la importancia de avanzar en democracia, me daré por muy satisfecho, porque es el objetivo básico. Tampoco pretendo ser el primero ni el único en haber planteado estos temas, ni mucho menos, de hecho, al final del libro indico unas interesantes referencias bibliográficas que recomiendo encarecidamente. El lector debe tener en cuenta que el autor de este libro ha procurado huir de todo dogmatismo, de todo sectarismo, de todo personalismo, de todo protagonismo. Lo importante son las ideas, los razonamientos. Por esto le pido al lector que considere sólo éstos, que se centre en las ideas expuestas en este libro sin importarle quién las expresa, que no cometa el error, que tantas veces cometemos todos, de valorarlas en función de quién las expresa, de dejarnos impresionar por quién firma tal o cual escrito. Incito al lector a leer este libro con el máximo espíritu de libertad e independencia posibles, espíritu que debe llevarle a cuestionar lo dicho en él, porque todo es siempre más o menos cuestionable (aunque no todo es igual de cuestionable), pero siempre de forma razonada. Éste es el espíritu con el que el autor ha escrito este libro, y el espíritu con el que el lector debería leerlo. Este espíritu es la base de la liberación personal que conduce, con el tiempo, a la emancipación social.
Cuando empecé a escribir, por pura necesidad, por pura inquietud “interior”, nunca me imaginé que mis escritos pudieran publicarse en prensa y menos aun que finalmente se traducirían en un libro. Empecé a escribir tras observar el famoso incidente del Rey de España en la cumbre iberoamericana de Chile de 2007, tras observar el tratamiento “informativo” del mismo. Harto ya de permanecer “impasible”, de “tragar”, de “no ver”, no pude evitar “abrir los ojos”, no puede evitar “despertar” del largo letargo en el que permanecía sumido. Empecé a escribir como simple ejercicio de poner por escrito lo que estaba viviendo, como si fuera un diario personal de un ciudadano, que por fin “despierta” y quiere dejar constancia por escrito de dicho “despertar”, de lo que observa, de lo que vive. El objetivo inicial era simplemente escribir lo que veía para no olvidarlo, para ordenar mis ideas, para compartir con mis allegados mis impresiones.
Pero todo cambió cuando, animado por mi esposa, decidí dar el siguiente paso: intentar publicar en la prensa alternativa alguno de mis artículos. No lo intenté en la prensa “oficial” porque tenía la certeza de que no lo iban a publicar. Cuál fue mi sorpresa cuando el primer artículo que envié (aunque no fue el primero que escribí), titulado Los desafíos de la izquierda en el siglo XXI, fue publicado en todas las webs donde decidí enviarlo por correo electrónico. Y no sólo eso, sino que según parece, por los comentarios que vi, por las opiniones que me expresaron diversos redactores, gustó bastante. Así pues me di cuenta de que no se me daba del todo mal escribir (en este punto la crítica constructiva de mi madre, lectora empedernida y escritora potencial dando sus primeros pasos, fue también decisiva) y de que no sirve de nada escribir si luego nadie te lee (aparte de tus más inmediatos allegados). Me di cuenta del poder de Internet, de la posibilidad de que un simple ciudadano medio pudiera emitir sus ideas (como si fuera un “mensaje en la botella”) para que otros ciudadanos pudieran leerlas, pudieran opinar sobre ellas, pudieran rebatirlas o criticarlas.

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