11 dic 2009

Abstención

Por la democracia, abstención

La democracia es fundamental para la resolución de los problemas de una sociedad, cuanto más desarrollada esté mayor probabilidad de mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la población. El pueblo debe ser consciente de que hasta que no tenga el verdadero poder, no podrá aspirar a una vida mejor en justicia, paz y libertad. La causa de la democracia nos afecta a todos y todos debemos contribuir a ella, en la medida de nuestras posibilidades.
Cuanto más te informas sobre nuestro sistema político, más consciente te vuelves de la necesidad de reformarlo de arriba abajo. Sin embargo, tampoco es imprescindible informarte demasiado para ver que el sistema no funciona, lo percibes día a día con tus problemas cotidianos (trabajo, vivienda, sanidad, justicia,…). Si piensas que puedes vivir al margen del sistema estás muy equivocado (ojala pudieras aislarte) porque tienes que trabajar, que comprarte una vivienda, ... En definitiva vives en el sistema (quieras o no) y por tanto te afecta su funcionamiento. “Esconderte y mirar para otro lado” diciendo que no te interesa (pero al mismo tiempo quejándote de su funcionamiento cuando te “salpica”) es un error porque desgraciadamente te afecta y por tanto te interesa.
Como ciudadano consciente de la necesidad de “arreglar” nuestra “democracia”, de conseguir una verdadera democracia, sólo puedes luchar por ello de dos formas:
Saliendo a la calle para protestar contra este sistema (de forma más o menos organizada) y/o usando el derecho al voto adecuadamente. La primera forma es necesaria pero, en un sistema como éste donde lo que no sale en los medios de comunicación no existe, es poco efectiva porque la mayor parte de la población no se entera de aquellas manifestaciones que cuestionan el sistema, al ser obviadas sistemáticamente por los medios de “desinformación” (salvo cuando les interesa desprestigiar la causa “antisistema”). La segunda forma es por tanto la única que PUEDE ser eficaz para INTENTAR conseguir, por lo menos, replantear el sistema poniéndolo en evidencia. Pero el voto debe ser usado con sumo cuidado para lograr el objetivo buscado porque sino se puede conseguir, sin quererlo, justo lo contrario.
A la hora de ejercer tu derecho al voto tienes las siguientes opciones:
1) Votar a uno de los partidos y esperar a que en algún momento dicho partido acometa las necesarias reformas de nuestro sistema.
Sin embargo, no se ve a la clase política actual (sobre todo la dirigente) dispuesta ni a asumir tu “diagnóstico” de la situación ni por supuesto a buscar soluciones. Es muy poco probable, por no decir imposible, que de los partidos salga cualquier iniciativa verdadera de reformas profundas de nuestro sistema político vigente, puesto que son ellos el principal sustento, junto con los medios de comunicación “oficiales”, del sistema actual. Creer lo contrario demuestra mucha inocencia y falta de realismo.
Votar a uno de los partidos no sólo no contribuye a la causa de la “regeneración democrática” sino que supone el mayor error que puedes cometer, al votar a cualquiera de ellos obstaculizas cualquier posibilidad de avance y legitimas el régimen los partidos quieren imponer. Elegir entre lo malo y lo menos malo, entre el “lobo” y el “lobo vestido de oveja”, se traduce en que nunca tendremos algo bueno, ni siquiera decente. Si caemos en esa falsa trampa que nos hace creer que hay que votar a uno de los partidos para que los otros no tengan el poder, entonces nunca conseguiremos desbloquear la situación. Debemos darnos cuenta de que no hay diferencias sustanciales entre los partidos, éste es el gran logro del poder económico en la sombra, el verdadero poder no se inquieta ni lo más mínimo mientras nos sometamos al bipartidismo actual. Aun admitiendo que sólo deje de votar el electorado sin partido el simple hecho de tener una participación baja pondría más que en evidencia al sistema, lo pondría en jaque. ¿Qué ocurriría si tuviéramos una participación de sólo un 30%? Como mínimo, se pondría en evidencia que algo falla en la “democracia”, y esto provocaría un debate que la replantearía.
Mención aparte merecen los partidos minoritarios. Dichos partidos ya han demostrado que sólo sirven de “bisagra” y sólo desean rentabilizar sus apoyos a los partidos más votados para obtener ciertos “beneficios” (“beneficios” que repercuten en realidad poco en los ciudadanos). Junto con los principales partidos son los grandes beneficiados por el sistema actual, forman parte de él y nunca plantearán cambiarlo, más bien al contrario, nunca renunciarán a su posición actual de protagonismo “regalado” y “artificial” (protagonismo que no tendrían con un sistema electoral justo)

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